JUAN RAMÓN JIMÉNEZ España 1881-1958
La flor solitaria
No vienen en tu busca, pobre flor solitaria;
-y, sin embargo, eres más bella que la rosa
pregonadora, que la mano partidaria
del destino abrió altiva, visible y victoriosa-.
Oyes, solo, en tu olvido, la verdad de la fuente,
que, cantándote amor, te vuelve sobre el cielo,
el verderón te cerca de un misterio elocuente,
la mariposa para por ti su blanco vuelo...
Y nadie sabe, flor, el encanto bendito
de tu soledad única, estasiada y divina,
cuando, a una brisa de oro, teñida de infinito,
el sol se va ocultando tras tu verde colina.
Primavera
Abril, sin tu asistencia clara, fuera invierno de caídos esplendores; mas aunque abril no te abra a ti sus flores, tú siempre exaltarás la primavera.
Eres la primavera verdadera; rosa de los caminos interiores, brisa de los secretos corredores, lumbre de la recóndita ladera.
¡Qué paz, cuando en la tarde misteriosa, abrazados los dos, sea tu risa el surtidor de nuestra sola fuente!
Mi corazón recojerá tu rosa, sobre mis ojos se echará tu brisa, tu luz se dormirá sobre mi frente...
El viaje definitivo
…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando; y se quedará mi huerto, con su verde árbol, y con su pozo blanco.
Todas la tardes, el cielo será azul y plácido; y tocarán, como esta tarde están tocando, las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron; y el pueblo se hará nuevo cada año; y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado. mi espíritu errará, nostálgico…
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido… Y se quedarán los pájaros cantando. |
Cénit
Yo no seré yo, muerte, hasta que tú te unas con mi vida y me completes así todo; hasta que mi mitad de luz se cierre con mi mitad de sombra -y sea yo equilibrio eterno en la mente del mundo: unas veces, mi medio yo, radiante; otras, mi otro medio yo, en olvido-.
Yo no seré yo, muerte, hasta que tú, en tu turno, vistas de huesos pálidos mi alma.
Andando (sueño)
Andando, andando; que quiero oír cada grano de la arena que voy pisando. Andando, andando;
dejad atrás los caballos, que yo quiero llegar tardando -andando, andando-, dar mi alma a cada grano de la tierra que voy pisando.
Andando, andando. ¡Qué dulce entrada en mi campo, noche inmensa que vas bajando!
Andando, andando. Mi corazón ya es remanso; ya soy lo que me está esperando -andando, andando-, y mi pie parece, cálido, que me está el corazón besando.
Andando, andando; ¡que quiero ver todo el llanto del camino que estoy cantando! |
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Espero que les guste
esta selección…
Ἅδα
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