ESPECIAL POESÍA #8 | Mario Benedetti.

MARIO BENEDETTI                     - Uruguay: 1920-2009-

                                        

Nostalgia

¿De qué se nutre la nostalgia?
Uno evoca dulzuras
cielos atormentados
tormentas celestiales
escándalos sin ruido
paciencias estiradas
árboles en el viento
oprobios prescindibles
bellezas del mercado
cánticos y alborotos
lloviznas como pena
escopetas de sueño
perdones bien ganados
pero con esos mínimos
no se arma la nostalgia
son meros simulacros
la válida la única
nostalgia es de tu piel.

Pausa

De vez en cuando hay que hacer
una pausa
contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana
examinar el pasado
rubro por rubro
etapa por etapa
baldosa por baldosa
y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades.

A ras del sueño

Sólo una temporada provisoria,
Tatuaje de incontables tradiciones,
Oscuro mausoleo donde empieza
A existir el futuro, a hacerse piedra.

Nada aquí, nada allá. Son las palabras
Del mago lejanísimo y borroso.

Sin embargo, la infancia se empecina,
Comienza a levantar sus inventarios,
A echar sus amplias redes para luego.
Es una isla limpia y sobre todo
Fugaz, es un venero de primicias
Que se van lentamente resecando.

Queda atrás como un rápido paisaje
Del que persistirán sólo unas nubes,
Un biombo, dos juguetes, tres racimos,
O apenas un olor, una ceniza.
Con luces queda atrás, a la intemperie,
Yacente y aplazada para nunca,
Sola con su aptitud irresistible
Y un pudor incorpóreo, agazapado.
Para nunca aplazada, fabulosa
Infancia entre sus redes extinguida.

Por algo queda atrás. Esa entrañable
Cede paso al fervor, al pasmo, al fruto,
El azar hinca el diente en otra bruma,
Somos los moribundos que nacemos
A la carne, a la sangre, al entusiasmo,
Nos burlamos del sol, de la penumbra,
Manejamos la gloria como un lápiz
Y en las vírgenes tapias dibujamos
El amor y su viejo colmo, el odio,
El grito que nos pone la vergüenza
En las manos mucho antes que en la boca.

El celaje se enciende. Somos niebla
Bajo el cielo compacto, insolidario,
El asombro hace cuentas y no puede
Mantenernos serenos, apacibles,
Somos el invasor protagonista
Que hace trizas el tiempo, que hace ruido
Pueril, que hace palabras, que hace pactos,
Somos tan poderosos, tan eternos,
Que cerramos el puño y el verano
Comienza a sollozar entre los árboles.

Mejor dicho: creemos que solloza.
El verano es un.vaho, por lo tanto
No tiene ojos ni párpados ni lágrimas,
En sus tardes de atmósfera más tenue
Es calor, es calor, y en las mañanas
De aire pesado, corporal, viscoso,
Es calor, es calor. Con eso basta.

De todos modos cambia a las muchachas,
Las ilumina, las ondula, y luego
Las respira y suspira como acordes,
Las envuelve en amor, las hace carne,
Les pinta brazos con venitas tenues
En colores y luz complementarios,
Les abre escotes para que alguien vierta
Cualquier mirada, ese poderhabiente.

La vida, qué región esplendorosa.
¿Quién escruta la muerte, quién la tienta?
A la horca con él. ¿Quién piensa en esa
Imposible quietud cuando es la hora
Para cada uno de morder su fruta,
De usar su espejo, de gritar su grito,
De escupir a los cielos, de ir subiendo
De dos en dos todas las escaleras?

La muerte no se apura, sin embargo,
Ni se aplaca. Tampoco se impacienta.
Hay tantas muertes como negaciones.
La muerte que desgarra, la que expulsa,
La que embruja, la que arde, la que agota,
La que enluta el amor, la que excrementa,
La que siega, la que usa, la que ablanda,
La muerte de arenal, la de pantano,
La de abismo, la de agua, la de almohada.

Hay tantas muertes como teologías,
Pero todas se juntan en la espera.
Esa que acecha es una muerte sola.
Escarnecida, rencorosa, hueca,
Su insomnio enloquecido se desploma
Sobre todos los sueños, su delirio
Se parece bastante a la cordura.
Muerte esbelta y rompiente, qué increíble
Sirena para el Mar de los Suicidas.

No canta, pero indica, marca, alude,
Exhibe sus voraces argumentos,
Sus afiches turísticos, explica
Por qué es tan milagrosa su inminencia,
Por qué es tan atractivo su desastre,
Por qué tan confortable su vacío.

No canta, pero es como si cantara.
Su demagogia negra usa palomas,
Telegramas y rezos y suspiros,
Sonatas para piano, arpas de herrumbre,
Vitrinas del amor momificado,
Relojes de lujuria que amontonan
Segundos y segundos y otras prórrogas.

No canta, pero es como si cantara,
Su espanto vendaval silba en la espiga,
Su pregunta repica en el silencio,
Su loco desparpajo exuda un réquiem
Que es prado y es follaje y es almena.

Hay que volverse sordo y mudo y ciego,
Sordo de amor, de amor enmudecido,
Ciego de amor. Olfato, gusto y tacto
Quedan para alejar la muerte y para
Hundirse en la mujer, en esa ola
Que es tiempo y lengua y brazos y latido,
Esa mujer descanso, mujer césped,
Que es llanto y rostro y siembra y apetito,
Esa mujer cosecha, mujer signo,
Que es paz y aliento y cábala y jadeo.

Hay que amar con horror para salvarse,
Amanecer cuando los mansos dientes
Muerden, para salvarse, o por lo menos
Para creerse a salvo, que es bastante.
Hay que amar sentenciado y sin urgencia,
Para salvarse, para guarecerse
De esa muerte que llueve hielo o fuego.

Es el cielo común, el alba escándalo,
El goce atroz, el milagroso caos,
La piel abismo, la granada abierta,
La única unidad uniyugada,
La derrota de todas las cautelas.

Hay que amar con valor, para salvarse.
Sin luna, sin nostalgia, sin pretextos,
Hay que despilfarrar en una noche
—Que puede ser mil y una— el universo,
Sin augurios, sin planes, sin temblores,
Sin convenios, sin votos, con olvido,
Desnudos cuerpo y alma, disponibles
Para ser otro y otra a ras de sueño.

Bendita noche cóncava, delicia
De encontrar un abrazo a la deriva
Y entrar en ese enigma, sin astucia,
Y volver por el aire al aire libre,
Hay que amar con amor, para salvarse.

Entonces vienen las contradicciones
O sea la razón. El mundo existe
Con manchas, sin arar, y no hay conjuro
Ni fe que lo desmienta o modifique.

El manantial se seca, el árbol cae,
La sangre fluye, el odio se hace muro,
¿Es mi hermano el verdugo? Ese asesino
Y dios padrastro todopoderoso,
Ese señor del vómito, ese artífice
De la hecatombe, ¿puede ser mi hermano?
Surtidor de napalm, profeta imbécil,
¿Ése, mi prójimo?, ¿ése, el semejante?
Sindico en todo caso de la muerte,
Argumento y proclama de la ruina,
Poder y brazo ejecutor. Estiércol.

Por esta vez no he de mirar mis pasos
Sino el contorno triste, calcinado.
Miro a mi sombra que está envejeciendo,
La sombra de los míos que envejecen.

El mundo existe. Con o sin sus manes,
Con o sin su señal. Existe. Punto.

El mundo existe con mis ex iguales,
Con mis amigos-enemigos, esos
Que ya olvidé por qué se traicionaron.

Tiendo mi mano a veces y está sola
Y está más sola cuando no la tiendo,
Pienso en los compradores emboscados
Y tengo duelo y tengo rabia y tengo
Un reproche que empieza en mis lealtades,
En mis confianzas sin mayor motivo,
En mi invención del prójimo-mi-aliado.
Ni aún ahora me resigno a creerlo.

No todos son así, no todos ceden.
Tendré que repetírmelo a escondidas
Y barajar de nuevo el almanaque.

Mi corazón acobardado sigue
Inventando valor, abriendo créditos,
Tirando cabos sólo a la siniestra,
Aprendiendo a aprender, pobre aleluya,
Y quién sabe, quién sabe si entre tanta
Mentira incandescente, no queda algo
De verdad a la sombra. Y no es metáfora.

Nada aquí, nada allá. Son las palabras
Del mago lejanísimo y borroso.

Pero, ¿por qué creerle a pie juntillas?
¿En qué galaxia está el certificado?

Algo aquí, nada allá. ¿Es tan distinto?
Lo propongo debajo de mis párpados
Y en mi boca cerrada.
¿Es tan distinto?
Ya sé, hay razones nítidas, famosas,
Hay cien teorías sobre la derrota,
Hay argumentos para suicidarse,

Pero, ¿y si hay un resquicio?
¿Es tan distinto,
Tan necio, tan ridículo, tan torpe,
Tener un espacioso sueño propio
Donde el hombre se muera pero actúe
Como inmortal?

En el alma se forman
Abscesos de rencores
Tumores de impaciencia
Hernias de desamparo

El problema es que no hay
Cirujanos de alma
Ni siquiera herbolarios

El alma es un secreto / una noción
Una nube que suele anunciar llanto
Pero después de tantas búsquedas
De pesquisas inútiles
Y de adivinaciones
Nos queda apenas una certidumbre /
Que el alma no es el cuerpo
Pero muere con él.

A tientas

Se retrocede con seguridad
Pero se avanza a tientas
Uno adelanta manos como un ciego
Ciego imprudente por añadidura
Pero lo absurdo es que no es ciego
Y distingue el relámpago la lluvia
Los rostros insepultos la ceniza
La sonrisa del necio las afrentas
Un barrunto de pena en el espejo
La baranda oxidada con sus pájaros
La opaca incertidumbre de los otros
Enfrentada a la propia incertidumbre

Se avanza a tientas / lentamente
Por lo común a contramano
De los convictos y confesos
En búsqueda tal vez
De amores residuales
Que sirvan de consuelo y recompensa
O iluminen un pozo de nostalgias

Se avanza a tientas / vacilante
No importan la distancia ni el horario
Ni que el futuro sea una vislumbre
O una pasión deshabitada

A tientas hasta que una noche
Se queda uno sin cómplices ni tacto
Y a ciegas otra vez y para siempre
Se introduce en un túnel o destino
Que no se sabe dónde acaba.

Hagamos un trato

Compañera,
usted sabe
que puede contar conmigo,
no hasta dos o hasta diez
sino contar conmigo.

Si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos,
y una veta de amor
reconoce en los míos,
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro;
a pesar de la veta,
o tal vez porque existe,
usted puede contar
conmigo.

Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo,
no piense que es flojera
igual puede contar conmigo.

Pero hagamos un trato:
yo quisiera contar con usted,
es tan lindo
saber que usted existe,
uno se siente vivo;
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco.

No ya para que acuda
presurosa en mi auxilio,
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

Espero que les guste esta selección…

Ἅδα

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