Epígrafe:
“Búsquenme donde se detiene el viento, donde haya paz o no exista el tiempo” de
En el país de la libertad – León Gieco.
Vientos de libertad.
Cansada de llorar,
otra carta venía a aplacar la espera. El momento del reencuentro llegaría.
Tenía fe.
Hacía tan sólo unos
días desde que mi amor se había embarcado hacia tierras lejanas, con lo puesto
y la esperanza como equipaje.
“Era por el bien de los dos”, decía.
Nuestro país ya nada
podía darnos, más que incertidumbre, sufrimiento y hambre. Nos acorralaba hacia
el abismo. Y la posibilidad del viaje abría puertas que quizás nunca debieron
abrirse.
La distancia
desafiaría los límites de hasta dónde puede llegar nuestro amor y mi corazón va
con él, junto a las mareas de cambio, impulsado por vientos de libertad.
Había dejado varios
sobres antes de partir. Algún amigo me los entregaba.
No había lugar para
miedos, pensar en el desarraigo o un futuro negro cuando el cielo celeste y el
sol son testigos privilegiados de su travesía y así lo expresaba en su primera
misiva.
¡No veía la hora de
vivir esa misma experiencia! Deseaba más que nada volver a estar juntos.
Contaba los días y las monedas para el pasaje. Ya casi…
¿Tormenta? ¿Qué
significaba ello?
Unos meses me
separaban de él y sus palabras llegaban como un aliciente: “Búsquenme donde
se detiene el viento, donde haya paz o no exista el tiempo.”
Premonitorias
palabras que me susurraban en el oído con una voz perdida en mi memoria, su voz,
ahora que finalmente leía e intentaba asimilar el contenido de esta nueva nota,
que no le pertenecía pues nunca llegaría a destino. Y yo tampoco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡¡Gracias por comentar!! *_*