Epígrafe: “Déjame atravesar el viento sin documentos,
que lo haré por el tiempo que tuvimos…” de Sin documentos ― Andrés Calamaro
(Los Rodríguez)
Confesión
La sangre manchaba
mis manos. Por un momento pensé que me pertenecía pues el dolor intenso era más
de lo que podía soportar. No era físico.
Esos ojos, los
tuyos, me miraban sin el brillo habitual. Tu sonrisa apagada en una mueca de
horror, aún cuando tus labios me invitaban a morder hasta perderme en el
tiempo, en el espacio, y dejar de respirar. ¡No respira!
En un segundo de
lucidez entendí lo que estaba mal.
Las puñaladas en
tu maravilloso cuerpo aún despedían aquel líquido carmesí que nublara mi vista,
mi entendimiento, mi cordura. Me había cegado y cada gota clamaba por mí,
hambriento de ira, celos, y amor.
¿Cómo pude ser
capaz? No, yo no…
La dejé un momento
y en mi desesperación busqué en derredor al culpable y me topé con el cuchillo.
Estábamos en casa, estábamos solos.
Volví junto a
ella. La besé con esa ilusión infantil de que despertaría y todo sería como
antes. Nada sucedió, si era demasiado tarde. Comencé a llorar.
“Fui yo…” La
triste confesión brotó de mi boca seca y con gusto a sangre y sal.
¿Cuándo? ¿Cómo? En
el momento en que perdí la conciencia y me dejé envolver en la locura. No puedo
recordarlo. Tampoco quiero.
¿Por qué? ¿Por
qué? Si la amo… Si te amo y no quiero perderte. Nunca quise.
Me acosté a su
lado, la abracé y volví a besarla. Cerré mis ojos con fuerza y al abrirlos con
la esperanza de que ella sólo dormía, nada había cambiado.
¡No me dejes!
¡Perdoname! Yo no puedo…
De repente,
comprendí que no tenía alternativa.
¿Cómo mirar a los
demás a los ojos? ¿Cómo mirarte si ya no estarías aquí conmigo? ¿Cómo ver en mi
interior si solamente encontraría vacío y sufrimiento? ¿Cómo hacer para vivir
de recuerdos? Ya te extraño.
Tomé el cuchillo
una vez más. No estaba lejos. No es la culpa ni la locura, es mi amor que te
buscará por siempre el que guía mi mano ahora.
Déjame atravesar
el viento sin documentos, que lo haré por el tiempo que tuvimos…
Nuestros ojos se
encontraron, por última vez. Todos lo sabrían. Fui yo.
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