CUENTOS DE NOVELA #1 | Apuesta al futuro | Por: @Vanirodriguez86

Nadie hubiera pensado que la vida de Los hijos del capitán Grant cambiaría radicalmente tras apenas Cinco semanas en globo, en lo que parecía ser simplemente un inofensivo juego de cartas.
Cansados por la travesía, habían arribado a La isla misteriosa, un bar oscuro y mugriento que servía de cobijo para cualquiera que tuviera las monedas necesarias para ir De la Tierra a la Luna. Nadie preguntaba nada y todo estaba permitido.
Mientras una de Las indias negras les daba cerveza y unos guisos de esos que es mejor no indagar sobre los ingredientes, un hombre joven conocido como Miguel Strogoff quiso aprovecharse de Un capitán de quince años y sus hermanos.
Así, sin invitación, se sentó en la mesa que los muchachos compartían y demostrando la destreza de sus dedos con las barajas los convenció de jugar al truco para ganarse el alojamiento para esa noche en El castillo de los Cárpatos.
Habían perdido buena parte de sus pertenencias cuando se hundiera La jangada que les había regalado su padre y en agradecimiento a Matías Sandorf, por el rescate y el viaje en globo. Aceptaron.
Entre partida y partida, el dinero iba y venía y las habladurías también. Por eso, uno de los jóvenes aceptó el reto de ingresar en La Casa de vapor. Se trataba de una construcción perteneciente a una antigua familia de la zona, de apariencia abandonada y llena de fantasmas que no se contentaban con asustar a los intrusos sino, además, los llevaban a la locura y hasta a la muerte.
Sin perder tiempo, esa misma noche el chico logró colarse en la vivienda por una diminuta ventana y recorrerla a sus anchas. No voy a mentirles, temblaba a cada paso. Y más aún por temor a ser descubierto observando El secreto de Wilhelm Storitz, el dueño de casa. ¡Se había robado Los quinientos millones de la Begum! Allí los guardaba.
Sus hermanos no lo podían creer, aun cuando vieron el botín. Como si hubieran ganado Un billete de lotería festejaban al grito de “somos ricos”. Pero en las sombras, Miguel permanecía atento y dispuesto a hacerse con esa fortuna.
Enseguida, les hizo frente.
Tras una pequeña lucha, lograron dejarlo atrás, empezando La vuelta al mundo en ochenta días, escondiéndose de él, que para encontrarlos pensó que iba a hacer un Viaje al centro de la Tierra si era preciso, mas no fue necesario. Con sólo Veinte mil leguas de viaje submarino consiguió alcanzarlos. Cuando menos lo esperaron, en un descuido, pudo robarles una parte, sintiéndose Dueño del mundo.
El problema para los muchachos fue que Los piratas del Halifax, contratados para recuperar la fortuna robada, dieron con ellos a través de Miguel.
No los agarraron desprevenidos aunque tampoco en su mejor forma. Los piratas eran demasiado hábiles con las espadas y no tardaron en desarmarlos, así que, finalmente, los muchachos entregaron las bolsas y corrieron sin mirar atrás.
Previamente, habían jurado que ya no cometerían el mismo error, permitiendo que alguien más disfrutara del dinero que ya no pertenecía a nadie. Por eso, había trigo en lugar de las monedas, que supieron esconder y recuperar más tarde.
Al día siguiente, hablaron con César Cascabel para que les permitiera viajar lejos, muy lejos, en su enorme barco, La estrella del sur, lo que parecía ser Una ciudad flotante.
Tras varios meses embarcados, El faro del fin del mundo se iluminaba con El rayo verde, guiándolos. Tocaron tierra y se pararon Ante la bandera, pero no supieron reconocerla. ¿Dónde estaban? Igualmente tenían la sensación de haber encontrado una Segunda patria.

Se sentían a salvo, aunque un poco cansados. Después de semejante travesía iban a necesitar Dos años de vacaciones. Dinero no les faltaba…

Los títulos usados pertenecen a obras de Julio Verne.

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